4 de febrero de 2006
Padre de la
investigación espacial francesa, Jacques Blamont ha guiado mis primeros pasos
de investigador de 1960 a 1964. En su
primer libro titulado "Introduction au siècle des menaces" (1)
describe un cuadro extremadamente pesimista del siglo XXI. Doy aquí mi propio
punto de vista.
Desde los
años 60, después del "baby-boom" de posguerra, un cierto número de
responsables se han vuelto a inquietar por la expansión demográfica de la
humanidad, especialmente en el famoso Club de Roma
(2). Fundadas en los conocimientos de la época,
las predicciones del Club de Roma se han aseverado pesimistas. El
descubrimiento de nuevos yacimientos petrolíferos ha permitido a la humanidad
mantener su crecimiento. Después de 1960 la producción de cereales se ha
duplicado, siguiendo de cerca al crecimiento de la población. A pesar de que
esta producción sea teóricamente suficiente para alimentar a toda la humanidad,
está repartida muy desigualmente. Por eso 815 millones de individuos siguen
padeciendo hambre aún hambre en el mundo, pero esta cifra disminuye de media en
6 millones por año (3). Todo esto
da la impresión de que el crecimiento puede continuar indefinidamente, en
especial gracias a las nuevas biotecnologías
(4).
No se trata,
ciertamente, más que de una ilusión. Las previsiones del Club de Roma
descansaban sobre las reservas de petróleo conocidas a finales de los años 60.
Estas reservas se han duplicado desde entonces, pero se descubren cada vez
menos, es cada vez más difícil de extraer, y sobre todo consumimos cada vez
más. Países como China y la India quieren, con todo el derecho, alcanzar el
nivel de vida de los países más avanzados. Es evidente que un día u otro, la
producción no podrá seguir a la demanda. El aumento actual del precio del
petróleo parece indicar que ya puede ser el caso. Los pesimistas subrayan que
la producción por habitante de este planeta ya ha comenzado a decrecer (5). Todos los expertos están de
acuerdo en afirmar, que, en valores absolutos, la producción pasará por su
máximo de aquí a 2025 o 2030 (6). Un observador reputado por independiente,
como Jean Laherrere estima que ese máximo será alcanzado hacia 2015 (7).
Para los
economistas, es suficiente inyectar capitales para retrasar el fin del
petróleo. Parecen olvidar que estos capitales servirán para financiar el gasto
de energía necesaria para extraer más petróleo. Más pronto que tarde, se
gastará más energía que la que se extraiga. El fin del petróleo es pues
ineluctable y sin duda para pronto. He aquí la verdadera amenaza del siglo XXI (8).
Cuando lo comentamos con los demás, la primera reacción es: "seguro que se
encuentra otra cosa". Dos siglos de abundancia energética parecen haber
creado una fe inquebrantable en el progreso hasta el punto que se olvida que el
progreso y el crecimiento provienen de la abundancia energética. Sin petróleo
no se podrá desarrollar la utilización de otras fuentes de energía: para
fabricar un simple panel solar, hay que gastar por adelantado 5 años de su
producción en energía (9).
Más grave
todavía, las simulaciones del Club de Roma (que siguen siendo perfectamente
válidas) muestran que incluso si nuestros recursos de petróleo fuesen
inagotables, el problema mayor sería entonces la polución y el recalentamiento
del planeta, lo que empezamos a constatar efectivamente (10).
Los optimistas dirán que si consiguiésemos remplazar el petróleo por fuentes de
energía no contaminantes entonces sería posible un desarrollo duradero. Este
caso fue estudiado también por el Club de Roma. El problema mayor sería
entonces la insuficiencia de las superficies de tierras cultivables.
De hecho, los
partidarios del crecimiento olvidan simplemente que no es posible mantener
indefinidamente un crecimiento exponencial en un planeta de dimensión finita.
Richard Dawkins nos lo recuerda de una forma tan humorística que no me resisto
a traducir aquí su texto: << ..., la población actual de América latina
es de alrededor de 300 millones de individuos de los que muchos ya están
malnutridos. Si la población continúa creciendo al ritmo actual, en menos de
500 años se alcanzaría el estado en el que, hacinados de
pie los unos contra los otros, cubrirían de una alfombra humana todo el
continente. Esto es cierto, incluso si
son muy delgados, una hipótesis que no es irreal. De aquí a mil años, se
mantendrían de pie los unos sobre los otros con un espesor de más de un millar
de individuos. De aquí a dos mil años la montaña humana, propagándose hacia el
exterior a la velocidad de la luz, habría alcanzado los límites conocidos del
universo. >> (11).
Por supuesto
que no llegaremos a eso. El agotamiento de los recursos naturales conducirá
mucho antes a un paro del crecimiento y esto empezará con el fin del petróleo.
Como hemos visto, esta situación no es nueva en la historia de la humanidad. Lo
hemos descrito en el caso particular de la isla de Mangareva (artículo 1) pero
hemos visto que hay otros muchos ejemplos. De hecho, los arqueólogos están cada
vez más convencidos que la expansión demográfica de la humanidad no ha sido
regular. Está más bien compuesta de una serie de expansiones locales rápidas
seguidas de regresiones ligadas al agotamiento de los recursos naturales (12).
Lo que es nuevo es que esto se produce ahora a escala del planeta en su
totalidad. Hasta nuestros días el remedio contra el hambre era la emigración a
un país más rico y menos poblado. Pronto eso ya no será más posible. Es ya el
momento de tomar nuestro destino por mano.
Concluiré citando un pasaje escrito por un astrónomo (Fred Hoyle) que he
traducido así: << se ha dicho frecuentemente que, si la especie humana
fracasa sobre la tierra, otra especie la remplazará. En lo que concierne al
desarrollo de la inteligencia, es falso. Hemos o habremos pronto agotado todo
aquello que sobre este planeta es físicamente necesario para eso. Sin carbón,
sin petróleo, sin mineral de calidad, ninguna especie, por muy competente que
sea, no podrá nunca a partir de condiciones primitivas acceder a una tecnología
avanzada. La ocasión es única. Si fracasamos, es un fracaso para la
inteligencia en este sistema planetario. Es exactamente lo mismo para los otros
sistemas planetarios. Para cada uno de ellos habrá una ocasión y una sola>>
(13).
Después del
petróleo
(1) Jacques
Blamont, Introduction au siècle des menaces (Odile Jacob, 2004)
(2) Sobre el
Club de Roma ver el texto de Jean-Marc Jancovici en
(6) Ver por
ejemplo:
Alternatives
économiques, no. 241 (novembre 2005) et no 66 (hors série).
(8) Jean-Luc
Wingert, La vie après le pétrole. Ver también: http://www.oleocene.org/index.php?page=accueil§ion=introduction
(9) Según
Jean-Marc Jancovici à http://www.manicore.com/documentation/solaire.html
(11) Richard
Dawkins, the selfish gene (Oxford University Press, 1976), p. 111. Por muy
sorprendentes que parezcan las cifras dadas por Dawkins son perfectamente
exactas. Muestran claramente las propiedades de un crecimiento exponencial.
(12) Stephen
Shennan, Genes, Memes and Human History (Thames & Hudson, 2002) p. 173.
(13) Fred
Hoyle, Of Men and Galaxies (1964, réédité en mai 2005 par Prometheus Books).
FRANÇOIS RODDIER
Traducido por AMADEUS
de: <http://francois-roddier.fr/?p=6>
2
comentarios a "5 - El siglo de las amenazas"
Mari Jo dijo:
Buenos días, gracias por su bloq que nos hace tomar conciencia a todos de la fragilidad de nuestra tierra. Nuestra asociación tiene por objetivo sensibilizar a la población de los problemas de la polución generados por el tráfico y animar a la conducción de vehículos más ecológicos. Hemos creado el 1 de febrero de este año un foro sobre el desarrollo sostenible y la movilidad suave. Le invito a descubrirlo y a participar en él.
Mejores
mensajes.
Marie-Jo
pnyx dijo:
La búsqueda de nuevas fuentes de energía corre el riesgo en efecto de no solucionar el problema en el corto plazo. La solución pasa sin duda por un modelo de crecimiento adaptado a esta escasez. La dificultad es como tomar en cuenta en este modelo los países en vías de desarrollo y los países menos avanzados que aspiran, y esto es comprensible, a una elevación de su nivel de vida. Una segunda dificultad me parece que viene del ascendiente de lo económico sobre lo político. Jamás las multinacionales aceptaran modificar su principio fundamental, quiero decir el objetivo de la rentabilidad de los capitales. En este contexto, hay pocas posibilidades para que nos escapemos a nuevos conflictos. No tendremos entonces más que un solo consuelo, la de haber demostrado que el interés particular no coincide con el interés colectivo.
Traducido por AMADEUS
de: <http://francois-roddier.fr/?p=6>
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