9 de octubre de 2005
En su último libro titulado "Colapso" [1], Jared Diamond describe el fin de diversas civilizaciones y pone en evidencia causas comunes. ¿Se podría decir que nuestra civilización, ella también, toca a su fin? Les propongo aquí un resumen (apenas novelado) del capítulo 3 de su libro, en el que trata de una civilización polinesia.
En su último libro titulado "Colapso" [1], Jared Diamond describe el fin de diversas civilizaciones y pone en evidencia causas comunes. ¿Se podría decir que nuestra civilización, ella también, toca a su fin? Les propongo aquí un resumen (apenas novelado) del capítulo 3 de su libro, en el que trata de una civilización polinesia.
Habiendo poblado
progresivamente las diferentes islas del Pacífico, los polinesios desarrollaron
numerosos islotes de civilización. Si algunas de esas civilizaciones se han
mantenido hasta nuestros días, otras conocieron un final a menudo dramático
como la de Rapa Nui (Isla de Pascua). Antes de alcanzar Rapa Nui, los
polinesios se instalaron en una isla un poco más al oeste, llamada Mangareva,
en el archipiélago de las Gambier. Esto ocurría en la época de Carlomagno.
De 9 k, de largo y 5 km de
ancho, la isla Mangareva recibía suficiente agua de lluvia como para haber
estado, en la época, recubierta por un bosque. Los polinesios podían vivir de
peces, de mariscos y de frutos de sus plantaciones (taros, batatas, bananeros,
árboles del pan). Sin embargo les faltaban buenas piedras para fabricar sus
útiles. Partieron pues a la búsqueda de otras islas
Como buenos navegantes, los
polinesios zarpaban siempre hacia el este, remontando el viento (los alisios),
sabiendo que en caso de dificultades podrían regresar más fácilmente. Cual no
sería su alegría, al descubrir a varios días de navegación (alrededor de 500 Km
al sureste) un pequeño islote de 2 a 3 Km de diámetro rico en piedra volcánica
y en basalto de grano fino, materiales ideales para los útiles. Este islote es
conocido en nuestros días (con el nombre de Pitcairn) por haber acogido a los
amotinados del Bounty, Nuestros polinesios retornaron cargados de piedras
sabiendo que podrían volver a Pitcairn en caso de necesidad.
reproducción de un barco
polinesio (Hokule'a II)
Como las condiciones eran
favorables, se instalaron definitivamente en Mangareva y se multiplicaron. Al
cabo de varias generaciones, la isla de Mangareva se convirtió en demasiado
pequeña para alimentar a toda la población. Como disponían de madera y útiles,
construyeron embarcaciones y volvieron a zarpar hacia el este. Es así como
descubrieron la isla de Henderson a 60 km al nordeste de Pitcairn.
Arrecife coralino de 10 km de
largo y 5 km de ancho, Henderson está rodeado de aguas poco profundas ricas en
cangrejos, langostas y otros frutos de mar. Numerosas aves marinas viven allí.
Las reservas de agua dulce eran suficientes para que un grupo se instalase,
pero, prácticamente, no permitían la agricultura. Otro grupo se instaló en
Pitcairn donde era posible la agricultura.
Las poblaciones de las tres
islas vivieron así, en simbiosis, durante algún tiempo. Regularmente zarpaban
embarcaciones de Mangareva para ir a cazar y a pescar a Henderson. A la vuelta,
paraban en Pitcairn de dónde venían cargados de piedras para fabricar útiles
que les permitían construir nuevas embarcaciones. La vida era posible gracias a
los intercambios entre las tres islas, muy complementarias las unas con las
otras. Hasta el día en que los árboles comenzaron a faltar.
Cuando las últimas embarcaciones
se convirtieron en inutilizables, los habitantes de Henderson y de Pitcairn se
encontraron aislados, Ninguno de ellos sobrevivió. En 1606 un navío español
echó el ancla en Henderson. Y descubrió una isla deshabitada con montones de
deshechos, únicos testigos de una civilización pasada. En 1790, cuando los
amotinados del Bounty se refugiaron en Pitcairn, esta estaba también
deshabitada. Durante este tiempo, en Mangareva, el agua de lluvia arrastró al
mar los restos de tierra fértil de una isla cada vez más desnuda, donde sólo
subsistían algunos desdichados individuos.
Cuando leemos este relato no
podemos evitar el pensar en lo que pasa hoy en día a escala del planeta:
intensivos intercambios comerciales transoceánicos; especialización de diferentes
países donde cada uno se convierte en interdependiente de los otros;
sobrepoblación, agotamiento de los recursos naturales, acumulación de residuos
y degradación del medio ambiente. ¿Sufriremos nosotros la misma suerte que los
polinesios?
Jarel Diamond plantea la
cuestión: ¿por qué no vieron llegar el desastre? ¿por qué talaron (como en la
Isla de Pascua) todos sus árboles? ¿No somos ciegos nosotros también? Trataré
de responder a esta cuestión en un próximo artículo.
[1] Jared Diamond, Collapse, How societies choose to fail or succeed.
(Viking, Penguin group, 2005)
Referencias:
Rapa Nui:
Hokule’a:
Traducido por AMADEUS de: http://francois-roddier.fr/?p=1