domingo, 14 de diciembre de 2014

69 - ¿Por qué somos perezosos?



Me plantean a menudo preguntas de este género. La naturaleza nos ha creado para disipar la energía. El principio de producción máxima de entropía (MEP) implica que, por unidad de tiempo, disipamos el máximo de energía posible. Entonces, ¿por qué tenemos tendencia a ser perezosos?

La respuesta es que estamos sometidos a limitaciones: nuestras fuerzas son limitadas. La única forma que tenemos para disipar el máximo de energía es de hacerlo lo más eficazmente posible con el fin de ganar tiempo.

Tomaré un ejemplo concreto. Un paseante bordea un río. Ve a una persona un poco más lejos que se está ahogando. Hay que ir a socorrerla. Primero correrá hasta el río y después nadará hacia el ahogado. ¿Va a ir en línea recta? Corremos más deprisa en tierra que nadando en el agua. Tenemos pues interés en permanecer más tiempo en la ribera que en el agua. La trayectoria óptima no es la línea recta, sino una línea quebrada compuesta de dos segmentos de rectas una sobre tierra paralela a la ribera, y la otra en el agua lo más perpendicular a ésta. Es la trayectoria que permitirá alcanzar al ahogado lo más rápidamente posible. Es también la que requiere el mínimo gasto de energía, esto es, la del individuo perezoso. De este modo, seríamos perezosos para ser eficaces.

Se da la circunstancia que el  mismo problema se plantea para la luz. Un fotón se propaga más deprisa en el aire que en el agua. La trayectoria más rápida es esta misma línea quebrada dada por las leyes de la refracción. De este modo la luz siempre toma el camino más rápido para ir de un punto a otro. Los fotones, ellos también, son perezosos. Las estrellas disipan su energía bajo forma de ondas electromagnéticas. La mayor parte de la energía se disipa así. Vemos que las leyes del electromagnetismo están acordes con el principio de producción máxima de entropía.

Reencontramos el mismo fenómeno en mecánica, bajo el nombre de principio de mínima acción. El movimiento de un cuerpo material derivado de sí mismo es en lo inmediato aquel que minimiza su gasto (o maximiza su adquisición) de energía cinética. Las piedras también son perezosas, caen. En el aire hay rozamientos. Maximizando la adquisición de energía cinética, el movimiento va a maximizar la disipación de energía debida a los rozamientos. Las leyes de la mecánica están pues, muy acordes con el principio de producción de máxima entropía.

Vemos que maximizar una cantidad implica, a menudo, minimizar otra. Esto se presta, a menudo, a confusión. Así una estructura disipativa minimiza su entropía interna para maximizar su producción externa.

Podríamos comparar la entropía al polvo. Éste tiene a acumularse en un sitio. Una estructura disipativa es como una ama de casa que barre el polvo de su casa para enviarlo al exterior. El problema es que el polvo va a casa del vecino. Eso es lo que ocurre en una sociedad competitiva.  La selección natural favorece a aquel que disipa más energía, es decir al que barre más deprisa. Acaba rápidamente por ganar, polucionando a todos los demás, provocando un rápido aumento de las desigualdades.

Por eso los hombres se unen formando sociedades en el interior de las cuales cada uno coopera para barrer juntos la entropía al exterior de la sociedad. Entonces, la sociedad que barre más rápido supera a las otras sociedades hasta que todo el planeta esta polucionado. Entonces ya no le queda a la sociedad más que unirse para enviar concertadamente la entropía hacia el espacio bajo forma de radiación infrarroja. Es a lo que se encamina poco a poco.




FRANÇOIS RODDIER


Traducido por AMADEUS de: <http://www.francois-roddier.fr/?p=175

sábado, 13 de diciembre de 2014

5 - El siglo de las amenazas

4 de febrero de 2006 

Padre de la investigación espacial francesa, Jacques Blamont ha guiado mis primeros pasos de investigador de 1960 a 1964. En su primer libro titulado "Introduction au siècle des menaces" (1) describe un cuadro extremadamente pesimista del siglo XXI. Doy aquí mi propio punto de vista.

Desde los años 60, después del "baby-boom" de posguerra, un cierto número de responsables se han vuelto a inquietar por la expansión demográfica de la humanidad, especialmente en el famoso Club de Roma (2). Fundadas en los conocimientos de la época,  las predicciones del Club de Roma se han aseverado pesimistas. El descubrimiento de nuevos yacimientos petrolíferos ha permitido a la humanidad mantener su crecimiento. Después de 1960 la producción de cereales se ha duplicado, siguiendo de cerca al crecimiento de la población. A pesar de que esta producción sea teóricamente suficiente para alimentar a toda la humanidad, está repartida muy desigualmente. Por eso 815 millones de individuos siguen padeciendo hambre aún hambre en el mundo, pero esta cifra disminuye de media en 6 millones por año (3). Todo esto da la impresión de que el crecimiento puede continuar indefinidamente, en especial gracias a las nuevas biotecnologías (4).

No se trata, ciertamente, más que de una ilusión. Las previsiones del Club de Roma descansaban sobre las reservas de petróleo conocidas a finales de los años 60. Estas reservas se han duplicado desde entonces, pero se descubren cada vez menos, es cada vez más difícil de extraer, y sobre todo consumimos cada vez más. Países como China y la India quieren, con todo el derecho, alcanzar el nivel de vida de los países más avanzados. Es evidente que un día u otro, la producción no podrá seguir a la demanda. El aumento actual del precio del petróleo parece indicar que ya puede ser el caso. Los pesimistas subrayan que la producción por habitante de este planeta ya ha comenzado a decrecer (5). Todos los expertos están de acuerdo en afirmar, que, en valores absolutos, la producción pasará por su máximo de aquí a 2025 o 2030 (6). Un observador reputado por independiente, como Jean Laherrere estima que ese máximo será alcanzado hacia 2015 (7).

Para los economistas, es suficiente inyectar capitales para retrasar el fin del petróleo. Parecen olvidar que estos capitales servirán para financiar el gasto de energía necesaria para extraer más petróleo. Más pronto que tarde, se gastará más energía que la que se extraiga. El fin del petróleo es pues ineluctable y sin duda para pronto. He aquí la verdadera amenaza del siglo XXI (8). Cuando lo comentamos con los demás, la primera reacción es: "seguro que se encuentra otra cosa". Dos siglos de abundancia energética parecen haber creado una fe inquebrantable en el progreso hasta el punto que se olvida que el progreso y el crecimiento provienen de la abundancia energética. Sin petróleo no se podrá desarrollar la utilización de otras fuentes de energía: para fabricar un simple panel solar, hay que gastar por adelantado 5 años de su producción en energía (9).

Más grave todavía, las simulaciones del Club de Roma (que siguen siendo perfectamente válidas) muestran que incluso si nuestros recursos de petróleo fuesen inagotables, el problema mayor sería entonces la polución y el recalentamiento del planeta, lo que empezamos a constatar efectivamente (10). Los optimistas dirán que si consiguiésemos remplazar el petróleo por fuentes de energía no contaminantes entonces sería posible un desarrollo duradero. Este caso fue estudiado también por el Club de Roma. El problema mayor sería entonces la insuficiencia de las superficies de tierras cultivables.

De hecho, los partidarios del crecimiento olvidan simplemente que no es posible mantener indefinidamente un crecimiento exponencial en un planeta de dimensión finita. Richard Dawkins nos lo recuerda de una forma tan humorística que no me resisto a traducir aquí su texto: << ..., la población actual de América latina es de alrededor de 300 millones de individuos de los que muchos ya están malnutridos. Si la población continúa creciendo al ritmo actual, en menos de 500 años se alcanzaría el estado en el que, hacinados de pie los unos contra los otros, cubrirían de una alfombra humana todo el continente.  Esto es cierto, incluso si son muy delgados, una hipótesis que no es irreal. De aquí a mil años, se mantendrían de pie los unos sobre los otros con un espesor de más de un millar de individuos. De aquí a dos mil años la montaña humana, propagándose hacia el exterior a la velocidad de la luz, habría alcanzado los límites conocidos del universo. >> (11).

Por supuesto que no llegaremos a eso. El agotamiento de los recursos naturales conducirá mucho antes a un paro del crecimiento y esto empezará con el fin del petróleo. Como hemos visto, esta situación no es nueva en la historia de la humanidad. Lo hemos descrito en el caso particular de la isla de Mangareva (artículo 1) pero hemos visto que hay otros muchos ejemplos. De hecho, los arqueólogos están cada vez más convencidos que la expansión demográfica de la humanidad no ha sido regular. Está más bien compuesta de una serie de expansiones locales rápidas seguidas de regresiones ligadas al agotamiento de los recursos naturales (12). Lo que es nuevo es que esto se produce ahora a escala del planeta en su totalidad. Hasta nuestros días el remedio contra el hambre era la emigración a un país más rico y menos poblado. Pronto eso ya no será más posible. Es ya el momento de tomar nuestro destino por mano.

Concluiré citando un pasaje escrito por un astrónomo (Fred Hoyle) que he traducido así: << se ha dicho frecuentemente que, si la especie humana fracasa sobre la tierra, otra especie la remplazará. En lo que concierne al desarrollo de la inteligencia, es falso. Hemos o habremos pronto agotado todo aquello que sobre este planeta es físicamente necesario para eso. Sin carbón, sin petróleo, sin mineral de calidad, ninguna especie, por muy competente que sea, no podrá nunca a partir de condiciones primitivas acceder a una tecnología avanzada. La ocasión es única. Si fracasamos, es un fracaso para la inteligencia en este sistema planetario. Es exactamente lo mismo para los otros sistemas planetarios. Para cada uno de ellos habrá una ocasión y una sola>> (13).



  Después del petróleo


(1) Jacques Blamont, Introduction au siècle des menaces (Odile Jacob, 2004)

(2) Sobre el Club de Roma ver el texto de Jean-Marc Jancovici en




(6) Ver por ejemplo:
Alternatives économiques, no. 241 (novembre 2005) et no 66 (hors série).


(8) Jean-Luc Wingert, La vie après le pétrole. Ver también: http://www.oleocene.org/index.php?page=accueil&section=introduction

(9) Según Jean-Marc Jancovici à http://www.manicore.com/documentation/solaire.html


(11) Richard Dawkins, the selfish gene (Oxford University Press, 1976), p. 111. Por muy sorprendentes que parezcan las cifras dadas por Dawkins son perfectamente exactas. Muestran claramente las propiedades de un crecimiento exponencial.

(12) Stephen Shennan, Genes, Memes and Human History (Thames & Hudson, 2002) p. 173.

(13) Fred Hoyle, Of Men and Galaxies (1964, réédité en mai 2005 par Prometheus Books).



FRANÇOIS RODDIER

Traducido por AMADEUS de: <http://francois-roddier.fr/?p=6>






2 comentarios a "5 - El siglo de las amenazas"

Mari Jo dijo:


Buenos días, gracias por su bloq que nos hace tomar conciencia a todos de la fragilidad de nuestra tierra. Nuestra asociación tiene por objetivo sensibilizar a la población de los problemas de la polución generados por el tráfico y animar a la conducción de vehículos más ecológicos. Hemos creado el 1 de febrero de este año un foro sobre el desarrollo sostenible y la movilidad suave. Le invito a descubrirlo y a participar en él.

Mejores mensajes.

Marie-Jo


pnyx dijo:


La búsqueda de nuevas fuentes de energía corre el riesgo en efecto de no solucionar el problema en el corto plazo. La solución pasa sin duda por un modelo de crecimiento adaptado a esta escasez. La dificultad es como tomar en cuenta en este modelo los países en vías de desarrollo y los países menos avanzados que aspiran, y esto es comprensible, a una elevación de su nivel de vida. Una segunda dificultad me parece que viene del ascendiente de lo económico sobre lo político. Jamás las multinacionales aceptaran modificar su principio fundamental, quiero decir el objetivo de la rentabilidad de los capitales. En este contexto, hay pocas posibilidades para que nos escapemos a nuevos conflictos. No tendremos entonces más que un solo consuelo,  la de haber demostrado que el interés particular no coincide con el interés colectivo.


Traducido por AMADEUS de: <http://francois-roddier.fr/?p=6

4 - La revolución industrial

9 de enero de 2006

La revolución industrial (12, 3) se debe al descubrimiento y a la explotación por el hombre de las energías llamadas ·fósiles" (4) (carbón, petróleo, gas). Nacida en Inglaterra en el siglo XVIII, esta revolución continúa extendiéndose por todo el planeta hasta nuestros días revolucionando nuestro modo de vida.

Mientras que la revolución neolítica (artículo precedente) apareció de manera independiente en diversos centros separados en el espacio (sobre todo el planeta) y en el tiempo (en varios milenios), la revolución industrial se propaga a partir de un solo centro y se expandió en tan sólo algunos siglos. Es pues una revolución mucho más rápida y a mucha mayor escala. No es pues de extrañar que sus consecuencias sean todavía más dramáticas.







La máquina de vapor de James Watt que originó la revolución industrial

Su primer efecto fue resolver por un tiempo el problema de la sobrepoblación señalado por Malthus. Gracias a la mecanización de la agricultura, a los fertilizantes y pesticidas industriales, y al progreso en el acondicionamiento y el transporte de los productos alimenticios, la población del planeta pasó de cerca de 600 millones de individuos en 1800 a 6 mil millones (5) a finales del siglo XX (octubre de 1999).

Otro efecto mayor es un crecimiento considerable de los bienes de consumo con las consecuencias que conocemos para el hombre y el medio ambiente: éxodo rural y concentración urbana observados en Europa desde el siglo XIX, polución, etc...

Un tercer efecto es una aceleración del progreso técnico al que debe adaptarse el hombre constantemente. Mientras que la revolución industrial continúa, aparece ya una nueva revolución, llamada de la información y de la comunicación, de la que no somos capaces todavía de calibrar sus consecuencias.

Una consecuencia general del progreso es la creación de desigualdades en la distribución de las riquezas, no solamente entre los individuos, sino también entre las naciones que habrían progresado con más o menos retraso. Otra consecuencia es la crisis que provoca en la transmisión de los conocimientos de una generación a otra, de lo que se deriva una crisis de la educación, o más generalmente, una crisis de la cultura (6).

Como lo hemos visto en la revolución neolítica, la revolución industrial, una vez iniciada, no podía más que extenderse por toda la superficie del planeta. Imaginemos por un instante un país que hubiese controlado su expansión demográfica y no tuviese ninguna necesidad de industrialización. ¿Cómo podría resistir a la presión ejercida por las naciones industrializadas que la rodean? De ahí la inevitable globalización, más dramática hoy en día que no lo ha sido jamás.

De este modo el hombre está atrapado entre un pasado familiar pero que está obligado a abandonar y un futuro siempre amenazante. Como lo ha descrito muy bien Kafka, "hay dos antagonistas: el primero lo empuja desde atrás, desde el origen. El segundo bloquea el camino delante de él. Combate con los dos. En efecto, el primero le sostiene en su combate contra el segundo, ya que lo quiere empujar hacia adelante, e igualmente el segundo le empuja hacia atrás. Pero no es así más que teóricamente. Ya que no están presentes solamente los dos antagonistas, sino también, además él mismo, ¿y quién conoce realmente sus intenciones? Su sueño, sin embrago, es que alguna vez, en un  momento de inadvertencia -y haría falta una noche más oscura que no la haya habido jamás- abandona de un salto la línea de combate y es elevado a causa de su experiencia en el combate, a la posición de árbitro sobre sus antagonistas en su combate del uno contra el otro" (7).

¿Sabrá el hombre, algún día, tomar por su mano su destino?




(3) Jean-Pierre Rioux, La révolution industrielle, 1780-1880 (Seuil, 1989)



(6) Hannah Arendt, La crise de la culture (Gallimard, 1972)

(7) Citado por Hannah Arendt en la obra precedente cuyo título en inglés es “Between past and future” (entre el pasado y el futuro).



FRANÇOIS RODDIER

Traducido por AMADEUS de: <http://francois-roddier.fr/?p=5>



5 comentarios a "4 - La revolución industrial"

ngane dijo:

Quisiera las causas y consecuencias de la segunda revolución industrial en Europa.

François Roddier dijo: 

La revolución industrial, tal como la he esbozado, puede ser en efecto descompuesta en varias fases ligadas, en mi opinión, a las utilizaciones sucesivas de diversas formas de energía: carbón, electricidad, petróleo, nuclear (ver por ejemplo  http://www.memo.fr/article.asp?ID=CON_IND_000 ). Mi objetivo aquí es simplemente subrayar la importancia de la energía en la evolución de la humanidad. Volveré en profundidad sobre este punto.

maria dijo:
Quiero información sobre la revolución neolítica y sus consecuencias


François Roddier dijo: 

Me ausento una quincena de días y le responderé en cuanto vuelva


François Roddier dijo: 

Quiero información sobre la revolución neolítica y sus consecuencias


Encontrará una excelente descripción de la revolución neolítica y de sus consecuencias en el libro de Jared Diamond titulado “Guns, Germs, and Steel: The Fates of Human Societies” (Prix Pulitzer 1998). Este libro ha sido traducido al francés bajo el título “De l’inégalité parmi les sociétés” (Gallimard, 2000). Según Jared Diamond, es porque la revolución neolítica se inició en Oriente Medio, que la civilización europea tomó una ventaja considerable sobre todas las demás.

El impacto de esta revolución sobre nuestros genes es descrito por Luca Cavalli-Sforza en su libro "Gènes, Peuples et Langues" (O. Jacob, 1996). En esta obra Luca Cavalli-Sforza retoma la hipótesis de Marija Gimbutas que atribuye el origen común de las lenguas indo-europeas a la civilización Kurgana al norte del Cáucaso. Su lenguaje se habría propagado gracias a la domesticación del caballo. Esta hipótesis es cada vez más criticada. Según Russel Gray y Quentin Atkinson (1) el origen común de las lenguas indo-europeas se situaría en Anatolia. Según ellos, es la lengua de los primeros agricultores que se habría propagado al mismo tiempo que su técnica agrícola.

Seguidamente a la revolución neolítica, el hombre ha tenido que adaptarse a las epidemias engendradas por una densidad de población y la proximidad de los animales domésticos. Ha tenido que adaptarse también a una nueva alimentación rica en cereales y lácteos. Es por eso que nuestros genes han evolucionado (por selección natural). Los nutricionistas descubren que en nuestros días el hombre no está más que imperfectamente adaptado a este tipo de alimentación, la leche y los cereales, siendo las dos principales causas de intolerancia alimentaria (intolerancia a la lactosa y al gluten). Un nutricionista francés, el Doctor Jean Seignalet ha curado a numerosos enfermos gracias a un régimen sin lactosa ni cereales (2). En los Estados Unidos numerosos nutricionistas recomiendan un régimen similar llamado "paleolítico" (3).



De hecho, el hombre encontró desde hace tiempo como hacer digeribles la leche y los cereales gracia a los fermentos lácticos. Es bien conocido para los quesos en los que la lactosa ha sido descompuesta por los bacilos lácticos. Es menos conocido para el pan. Si se utiliza una levadura llamada "natural" muy rica en bacilos lácticos, entonces la gliadina (proteína responsable de la intolerancia al gluten) es neutralizada. Desgraciadamente, desde hace un siglo, los panaderos utilizan levadura de cerveza, alterando así la salud de cerca del 1% de la población, sin que éstos se den siempre cuenta. Yo mismo he descubierto a los 68 años que el gluten había sido desde mi infancia, el principal responsable de mis problemas de salud (enfermedad celíaca frustrada). Desde entonces, ¡yo mismo me hago el pan!

Después de haberse adaptado a la alimentación neolítica, el hombre va a tener que adaptarse a una nueva forma de alimentación llamada industrial de la que vemos por todas partes los efectos todavía más catastróficos (obesidad, diabetes, enfermedades cardíacas).




Traducido por AMADEUS de: <http://francois-roddier.fr/?p=5