9 de enero de
2006
La
revolución industrial (1, 2, 3) se
debe al descubrimiento y a la explotación por el hombre de las energías
llamadas ·fósiles" (4) (carbón,
petróleo, gas). Nacida en Inglaterra en el siglo XVIII, esta revolución
continúa extendiéndose por todo el planeta hasta nuestros días revolucionando
nuestro modo de vida.
Mientras que
la revolución neolítica (artículo precedente) apareció de manera independiente
en diversos centros separados en el espacio (sobre todo el planeta) y en el
tiempo (en varios milenios), la revolución industrial se propaga a partir de un
solo centro y se expandió en tan sólo algunos siglos. Es pues una revolución
mucho más rápida y a mucha mayor escala. No es pues de extrañar que sus
consecuencias sean todavía más dramáticas.
La máquina de
vapor de James Watt que originó la revolución industrial
Su primer
efecto fue resolver por un tiempo el problema de la sobrepoblación señalado por
Malthus. Gracias a la mecanización de la agricultura, a los fertilizantes y
pesticidas industriales, y al progreso en el acondicionamiento y el transporte
de los productos alimenticios, la población del planeta pasó de cerca de 600
millones de individuos en 1800 a 6 mil millones (
5) a
finales del siglo XX (octubre de 1999).
Otro efecto
mayor es un crecimiento considerable de los bienes de consumo con las
consecuencias que conocemos para el hombre y el medio ambiente: éxodo rural y
concentración urbana observados en Europa desde el siglo XIX, polución, etc...
Un tercer
efecto es una aceleración del progreso técnico al que debe adaptarse el hombre
constantemente. Mientras que la revolución industrial continúa, aparece ya una
nueva revolución, llamada de la información y de la comunicación, de la que no
somos capaces todavía de calibrar sus consecuencias.
Una
consecuencia general del progreso es la creación de desigualdades en la
distribución de las riquezas, no solamente entre los individuos, sino también
entre las naciones que habrían progresado con más o menos retraso. Otra
consecuencia es la crisis que provoca en la transmisión de los conocimientos de
una generación a otra, de lo que se deriva una crisis de la educación, o más
generalmente, una crisis de la cultura (6).
Como lo hemos
visto en la revolución neolítica, la revolución industrial, una vez iniciada,
no podía más que extenderse por toda la superficie del planeta. Imaginemos por
un instante un país que hubiese controlado su expansión demográfica y no
tuviese ninguna necesidad de industrialización. ¿Cómo podría resistir a la
presión ejercida por las naciones industrializadas que la rodean? De ahí la
inevitable globalización, más dramática hoy en día que no lo ha sido jamás.
De este modo
el hombre está atrapado entre un pasado familiar pero que está obligado a
abandonar y un futuro siempre amenazante. Como lo ha descrito muy bien Kafka,
"hay dos antagonistas: el primero lo empuja desde atrás, desde el origen.
El segundo bloquea el camino delante de él. Combate con los dos. En efecto, el
primero le sostiene en su combate contra el segundo, ya que lo quiere empujar
hacia adelante, e igualmente el segundo le empuja hacia atrás. Pero no es así
más que teóricamente. Ya que no están presentes solamente los dos antagonistas,
sino también, además él mismo, ¿y quién conoce realmente sus intenciones? Su
sueño, sin embrago, es que alguna vez, en un
momento de inadvertencia -y haría falta una noche más oscura que no la
haya habido jamás- abandona de un salto la línea de combate y es elevado a
causa de su experiencia en el combate, a la posición de árbitro sobre sus
antagonistas en su combate del uno contra el otro" (7).
¿Sabrá el
hombre, algún día, tomar por su mano su destino?
(3)
Jean-Pierre Rioux, La révolution industrielle, 1780-1880 (Seuil, 1989)
(6) Hannah
Arendt, La crise de la culture (Gallimard, 1972)
(7) Citado
por Hannah Arendt en la obra precedente cuyo título en inglés es “Between past
and future” (entre el pasado y el futuro).
FRANÇOIS RODDIER
5 comentarios a "4 - La revolución industrial"
ngane dijo:
Quisiera las
causas y consecuencias de la segunda revolución industrial en Europa.
François Roddier dijo:
La revolución
industrial, tal como la he esbozado, puede ser en efecto descompuesta en varias
fases ligadas, en mi opinión, a las utilizaciones sucesivas de diversas formas
de energía: carbón, electricidad, petróleo, nuclear (ver por ejemplo
http://www.memo.fr/article.asp?ID=CON_IND_000 ).
Mi objetivo aquí es simplemente subrayar la importancia de la energía en la
evolución de la humanidad. Volveré en profundidad sobre este punto.
maria dijo:
Quiero
información sobre la revolución neolítica y sus consecuencias
François Roddier dijo:
Me ausento
una quincena de días y le responderé en cuanto vuelva
François Roddier dijo:
Quiero información sobre la revolución neolítica y sus consecuencias
Encontrará
una excelente descripción de la revolución neolítica y de sus consecuencias en
el libro de Jared Diamond titulado “Guns, Germs, and Steel: The Fates of Human
Societies” (Prix Pulitzer 1998). Este libro ha sido traducido al francés bajo
el título “De l’inégalité parmi les sociétés” (Gallimard, 2000). Según Jared
Diamond, es porque la revolución neolítica se inició en Oriente Medio, que la
civilización europea tomó una ventaja considerable sobre todas las demás.
El impacto de
esta revolución sobre nuestros genes es descrito por Luca Cavalli-Sforza en su
libro "Gènes, Peuples et Langues" (O. Jacob, 1996). En esta obra Luca
Cavalli-Sforza retoma la hipótesis de Marija Gimbutas que atribuye el origen
común de las lenguas indo-europeas a la civilización Kurgana al norte del
Cáucaso. Su lenguaje se habría propagado gracias a la domesticación del
caballo. Esta hipótesis es cada vez más criticada. Según Russel Gray y Quentin
Atkinson (1) el origen común de las lenguas indo-europeas se situaría en
Anatolia. Según ellos, es la lengua de los primeros agricultores que se habría
propagado al mismo tiempo que su técnica agrícola.
Seguidamente
a la revolución neolítica, el hombre ha tenido que adaptarse a las epidemias
engendradas por una densidad de población y la proximidad de los animales
domésticos. Ha tenido que adaptarse también a una nueva alimentación rica en
cereales y lácteos. Es por eso que nuestros genes han evolucionado (por
selección natural). Los nutricionistas descubren que en nuestros días el hombre
no está más que imperfectamente adaptado a este tipo de alimentación, la leche
y los cereales, siendo las dos principales causas de intolerancia alimentaria
(intolerancia a la lactosa y al gluten). Un nutricionista francés, el Doctor
Jean Seignalet ha curado a numerosos enfermos gracias a un régimen sin lactosa
ni cereales (2). En los Estados Unidos numerosos nutricionistas recomiendan un
régimen similar llamado "paleolítico" (3).
De hecho, el
hombre encontró desde hace tiempo como hacer digeribles la leche y los cereales
gracia a los fermentos lácticos. Es bien conocido para los quesos en los que la
lactosa ha sido descompuesta por los bacilos lácticos. Es menos conocido para
el pan. Si se utiliza una levadura llamada "natural" muy rica en
bacilos lácticos, entonces la gliadina (proteína responsable de la intolerancia
al gluten) es neutralizada. Desgraciadamente, desde hace un siglo, los
panaderos utilizan levadura de cerveza, alterando así la salud de cerca del 1%
de la población, sin que éstos se den siempre cuenta. Yo mismo he descubierto a
los 68 años que el gluten había sido desde mi infancia, el principal
responsable de mis problemas de salud (enfermedad celíaca frustrada). Desde
entonces, ¡yo mismo me hago el pan!
Después de
haberse adaptado a la alimentación neolítica, el hombre va a tener que
adaptarse a una nueva forma de alimentación llamada industrial de la que vemos
por todas partes los efectos todavía más catastróficos (obesidad, diabetes,
enfermedades cardíacas).