jueves, 17 de noviembre de 2005

2 - El fin de los bienes comunes (comunales)

17 de noviembre de 2005

Jarel Diamon describe otros numerosos ejemplos de fin de civilizaciones, siendo el más conocido el de la Isla de Pascua. La situación es particularmente trágica en una isla aislada donde la población no tiene ninguna posibilidad de emigrar. Parece que sea una característica de las poblaciones no sólo humanas, sino también animales, la de proliferar hasta el agotamiento de los recursos naturales y de colapsar después.

 La isla de San Mateo en el mar de Behring

En 1944, 29 renos fueron introducidos en la isla de San Mateo (St. Matthew Island) en el mar de Behring. Diecinueve años más tarde, a falta de depredadores, el número de renos alcanzaba la cifra de 6.000. Al agotarse los recursos rápidamente, la población colapsó. En 1966 no quedaban más que 42 superviviente e innumerables esqueletos (1). Se concibe que animales como los renos no tuviesen la sabiduría de evitar el desastre controlando la expansión de su población. ¿Sería el hombre igual de inconsciente?

Un elemento de respuesta fue dado en el siglo XIX por un especialista de economía política, William Foster Lloyd. Lloyd se preocupaba por la súper explotación de los pastos comunales. En aquella época un individuo podía vivir perfectamente de la leche de su vaca. Imaginemos un pasto natural que permitiese a una veintena de individuos el apacentar su vaca. Un individuo perfectamente racional puede decidir hacer economías y comprar una segunda vaca. Podrá así doblar sus ingresos. El inconveniente -soportado por todos los utilizadores del pasto- es que cada vaca tendrá una veinteava parte, es decir 5% menos de hierba para pastar. Este inconveniente le parecerá ciertamente menor en comparación con el doble de su beneficio. En ausencia de reglamentación, comprará pues una segunda vaca. A corto plazo ésta le reportará en efecto un importante beneficio. El problema es que muchos otros harán sin duda lo mismo, convirtiendo el pasto en inutilizable, en un cierto plazo.

El análisis de Lloyd fue retomado en el siglo XX por Garret Hardin (2) en un artículo publicado en 1968 en Science (3) bajo el título de "The tragedy of the commons" (La tragedia de los comunales) que yo (el autor) traduzco aquí por la tragedia de los bienes comunes (N. T.: Tal vez sería mejor traducir en castellano por "comunales") Hardin muestra que el análisis de Lloyd se aplica de manera general a todos los problemas ligados con la superpoblación, tales como el agotamiento de los recursos naturales o la contaminación.

El dilema del campesino que se decide a comprar una segunda vaca es conocido por los matemáticos, especialistas de la teoría de los juegos, bajo el nombre de "El Dilema del Prisionero" (4). El problema viene del hecho de que el óptimo para un conjunto de individuos no es el mismo que para cada uno de ellos. Matemáticamente, no se puede optimizar un sistema optimizando cada uno de sus subsistemas o, de una manera general, no se puede optimizar más de una variable a la vez.

Este teorema matemático contradice la afirmación de Adam Smith que un individuo que persiguiese únicamente su interés particular sería conducido "como por una mano invisible" a promover el interés general. Las teorías económicas liberales, en boga hoy en día de las que Adam Smith es el padre, parecen pues que están viciadas en su base (5).

Los economistas liberales se defiende diciendo que Adam Smith no pretendió nunca que el interés particular coincidía en todos los casos con el interés general. Para ellos, la solución a la tragedia de los bienes comunales es la privatización. Desgraciadamente, toda privatización supone un reparto de los recursos lo que conlleva nuevos problemas. En primer lugar, el reparto no es siempre posible (ejemplo; las ballenas). Para poder repartir los recursos deben ser a la vez previsibles y defendibles (6). Cuando el reparto es posible entonces subsite el problema de la equidad del reparto.

Para Garret Hardin, la tragedia de los bienes comunales no puede resolverse más que por la imposición de una reglamentación admitida por todos, dicho de otra forma, un poder democrático.



(3) Science, 162(1968):1243-1248. Este artículo está accesible en la web en: http://dieoff.org/page95.htm



(6) Stephan Shennan, Genes, memes and human history (Thames & Hudson, 2002)


FRANÇOIS RODDIER


Traducido por AMADEUS de: <http://francois-roddier.fr/?p=2

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